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domingo, 11 de diciembre de 2011

el último minuto

 


Aquí comienza el relato de su partida, era verano, el sol era hermoso, sus labios y su sonrisa aun eran refrescantes para mi aliento, mas no pude hacer otra cosa que dejarle atrás, era hermosa la posibilidad de pensar en volver algún día y regalarle nuevamente mi amor, y mi sonrisa, pero no... ella sería feliz con ese tal Phoenix, sinceramente era un buen tipo, pero lo odiaba con todo mi ser, había hecho de mi destino algo impredecible y cruel, me quitó todo lo que tenía, a ella, ella era lo único que me quedaba... bueno, realmente nunca me la quitó, siempre fue mía, pero el provocó muchos problemas, por lo cual no podía evitar morder mi labio hasta el sangrado cuando lo veía, el tren me esperaba, así que decidí acabar con tal cruel pesadilla e irme lejos de mi desdicha, ella ya no era feliz a mi lado, yo solo era un sufrimiento mas para su vida, un agudo dolor en su pecho, yo no la merecía, ni siquiera ese Phoenix, aunque probablemente el era lo mejor...

 Mi mentón tiritaba, las lagrimas corrían de mis ojos, me iba sin despedirme de mi dulce princesa, la amaba tanto... solo quería morir por no estar a su lado, por su partida, cada tic y tac del reloj eran una puñalada mas, aquella daga mortuoria se clavaba en mi pecho, el tren avanzaba rápido, ya no había vuelta atrás, lo único que me consolaba era saber que ella se alejaba de un ser tan asqueroso como yo, que no sufriría mas por mi culpa... ella aun me amaba, pero lo nuestro ya no podía seguir, me iba para terminarlo todo, dar vuelta la página con los mejores años de mi vida y comenzar a vivir un infierno en pago del cielo de ella. Comenzó a llover, la lluvia siempre me hacía pensar, pero ¿como era posible que lloviese en pleno verano y con sol?... no, no era lluvia, eran mis pensamientos y lagrimas, aquel vacío que sentía en mi pecho había vuelto... mis errores estaban siendo pagados y redimidos, me imaginé su sonrisa para calmar mi dolor.

 Todo eso me hizo recordar cuando éramos jóvenes, cuando aún teníamos sueños, alegría, y ganas de vivir, cuando nos enfrentamos al mundo aunque se opusiese a nuestro amor, cuando sagrada mente nos casamos en un bosque con la presencia de solo nosotros 2, los anillos eran ramas de árbol y el adorno una hoja, ahí fue cuando fue mía por el resto de los días, aunque nuestras familias se oponían nada podía quebrar nuestro lazo puro y eterno, solo nosotros y dios como testigo... que días aquellos...

 Algo interrumpió mi recuerdo, el tren se debuto por un largo rato y la gente comenzó a correr, al parecer había un problema, salí a ver y eran unos bandidos que se habían apoderado del tren, ya no tenía nada que perder, así que arremetí contra uno de ellos, otro me disparó y perdí el conocimiento por la perdida de sangre.