No recuerdo como
fue, ni que sucedió exactamente, pero mi
cabeza daba vueltas luego de aquella noche, mis pensamientos giraban como
buitres en busca de algún animal que estuviese pronto a la muerte.
Me encontraba dentro de mi cuarto, una pieza
obscura, repleta de libros tirados, cigarros, botellas vacías de whiskey, vodka
y otros licores esparcidos por la zona.
Junto a mi estaba mi novia durmiendo
semidesnuda en mi cama, en ese momento no me detuve a pensar en nada, por lo
que solo aceptaba como un inocente crío la realidad que se me estaba mostrando.
Acto siguiente, me levanté y me puse unos jeans grises con una polera negra y
una camisa roja a cuadros;…tenía que saber que rayos había pasado, mi
habitación no acostumbraba a estar en tales condiciones…
Al llegar al pasillo me encontré con prendas
de ropa interior femeninas regadas por el pasillo, habían mas botellas de
alcohol y restos de vómito por el suelo, un desastre general. Seguí recorriendo
aquel obscuro pasillo y di con la sala de estar, ahí yacían 2 jóvenes de mas o
menos 17 años semidesnudas durmiendo en el sillón junto a un chico del mismo
rango etáreo. Tras deducir que hubo una fiesta a la noche anterior seguí
paseándome por la casa para ver que más descubría, con que más podría yo encontrarme…
En el baño había otro joven de tez obscura de
aproximadamente unos 21, al igual que el resto estaba tirado y durmiendo. La
tina se copaba entera con el cuerpo de aquel hombre. De pronto sentí enormes
deseos de vomitar, así que me desahogué en el lavabo y expulsé todo el
contenido de mi estómago… eran restos de comida, mezclados con unas
viscosidades color verdoso, me pareció extraño, pero no me alarmé porque aún me
encontraba aturdido, así que me dirigí a la cocina en busca de algo para comer,
la resaca me aumentaba y necesitaba alimentarme de algo.
Al llegar al lugar habían dos chicas de mi
edad durmiendo desnudas por completo, ambas de contextura delgada y tez
blanquecina, una tenía el cabello castaño y la otra rubio, ambas con unos 19
años aproximadamente. Aún a pesar de mi sorpresa decidí buscar algo en el
refrigerador; así que me quité la camisa para abrigar el cuerpo desnudo de
ambas en lo que me fuese posible para luego buscar comida, pero la chica del
cabello castaño me tomó de la mano y me quemó con una mirada leona… comencé a
caer en cuenta de mi situación y a fijarme mas en su cuerpo suave y blanco como
la leche, sus ojos eran verdosos como una selva amazónica, labios con una
tonalidad suave, casi rosada que me incitaban a besarlos, sus senos eran ni muy
grandes ni muy pequeños… “son hermosos” me dije a mi mismo cuando los vi.
Luego de nuestro duelo de miradas ella tiró de
mí atrayéndome a su élfica figura, me empujó suavemente al suelo con sus
delicadas manos y se montó arriba mío, yo no podía reaccionar bien o quizás no
quería, pero antes de que pudiese hacer cualquier cosa ella comenzó a besarme
salvajemente, me costó seguirle la corriente pero también me costó oponerme,
aún no sabía que rayos estaba pasando, pero me dejaba llevar…
De pronto justo antes de que tomase una resolución
errónea llegó el hombre que se encontraba en la tina de baño, el cual sacó una
leche del refrigerador y comenzó a beber de la caja, al vernos sonrió y nos
saludó para luego irse con la caja a algún lado. La hermosa joven que me besaba
continuó en lo suyo, y esta vez quiso quitarme la polera, pero era tarde, había
sujetado su mano y la quemé con mi mirada, ella pareció comprender y solo se
puso de pie ofreciéndome la camisa a cuadros que le había prestado para tapar
su desnudez, pero se la puse nuevamente y esta vez abotoné la camisa para que
no se viesen sus senos, de forma que luego recibí un beso en la mejilla de
aquel no se si ángel o demonio, la cual se fue dejando a su compañera desnuda
aún durmiendo.
Luego de ver embobado como se iba mi pseudo
amante, me senté para reflexionar un rato, y caí en cuenta de que la otra chica
ya no estaba, me pareció extraño, no recordaba haberla visto irse, ni siquiera
despertar. Mas sorpresa que eso me alarmó darme cuenta que aquel lugar no era
mi casa, y esos jóvenes, ninguno era conocido mío… Me incorporé rápidamente y
fui a la sala de estar para preguntar que rayos estaba pasando, pero ya no
había nadie. Corrí hacia mi habitación a ver que ocurría con mi novia, aún
dormía como si no hubiese mañana, intenté despertarla sin obtener respuesta,
insistiendo cada vez mas, preocupándome cada vez más, hasta que de pronto se
incorporó aún medio dormida y aturdida. Le conté todo lo que acababa de pasarme
y le pregunté si sabía algo, pero de pronto también se alarmó, ya que lo último
que recordaba era haber ido a la casa de su mejor amiga y pasar la noche ahí.
Algo difuso estaba ocurriendo en aquel sitio,
y lo que parecía lógico ya no lo era ni lo sería nunca mas. Me levanté de la
cama y le di ropa para que se vistiese, luego me dispuse a investigar que
retorcido plan nos había puesto a todos en aquella situación.
Legando a la sala de estar me encontré con un
pasillo el cual no había visto hasta aquel entonces, por lo cual me dirigí
hacia el encontrándome con un escenario impactante, al final del pasillo había
un salón lleno de camillas de hospital en el cual estaban sedados todos los
jóvenes que había encontrado antes, se veían agonizantes, pálidos y sin color.
Más allá había otra gran puerta ensangrentada y máquinas avanzadas alrededor,
aquel sitio me puso los pelos de punta, atónito vi como de aquella puerta
salían 3 individuos y se llevaban a una de las jóvenes adentro de aquel cuarto…
no sabría decir si eran humanos o no, solo aterrado intentaba asimilar aquel
escenario.
Una vez ya adentro de aquel cuarto se oían los
gritos de la chica que había despertado aterrorizada por aquellos pútridos
pseudo enfermeros, los cuales forcejeaban con ella. Sus gritos eran cada vez
mas desgarradores de alma, hasta un punto en que se ahogaba su voz y solo se
escuchaban gemidos en intento de grito… olía a sangre… los gritos cesaron, pero los enfermeros aún
no salían de la sala, el ambiente se tornaba tranquilo pero tenso, el silencio
reinaba en la sala hasta que de pronto un gutural inundó la sala seguido por
los últimos gritos de la joven que había perdido ya todas sus fuerzas.
Yo permanecía petrificado y en silencio desde
la otra puerta hasta que fui alejado del lugar por Valeria, una amiga de
confianza, la cual luego de llevarme a un armario en un cuarto obscuro en otra
habitación me preguntó que rayos estaba haciendo, solo reaccioné cuando se
llevó mi mirada hacia su rostro, una chica de contextura delgada, pelo negro
largo, labios color sangre, una tez blanquecina casi como si estuviese hecha de
nieve, ojos verdes. Al por fin dar cuenta que no me encontraba en ese horrendo
lugar ya mas, le abracé con fuerza buscando algún soporte que me ayudase a
asimilar la información con la cual fui bombardeado.
Al incorporarme nuevamente al mundo real le
pregunté que hacía ella en ese lugar, mas solo me dijo que todos estábamos aquí
por voluntad de “EL”, un relámpago pareció atravesarme desde el cuello por la
columna hasta el coxis. Sus ojos se veían nublados, afligidos, su piel estaba
más blanca que de costumbre, llevaba ropa de paciente de hospital y su cuerpo
sufría leves laceraciones. No parecía la misma persona de antes, mas
simplemente me limité a seguirla y a sujetar férreamente su mano para darle
seguridad de que ahí estaría yo para protegerla…
Al llegar a la sala de estar nos encontramos
con 3 de aquellos enfermeros armados con sogas y pistolas paralizadoras, actué
de forma rápida y empujé a Valeria al suelo llegándome a mí las descargas
eléctricas, me fue imposible detenerlos. Una vez en el suelo ellos corrieron
hacia ella atrapándola y atándola, ya casi sin fuerzas me puse de pie y me
abalancé sobre uno de los captores, acto siguiente fui vapuleado por 2 de ellos
al mismo tiempo y lanzado contra la pared.
Mientras tanto Valeria luchaba y forcejeaba buscando alguna forma de
escapar, sus gritos eran más aterrados que los de la joven del cuarto de
operaciones, eran los gritos de alguien quien conocía el verdadero horror que
escondía este enfermizo lugar. Era yo nada más que un espectador impotente que
intentaba arremeter en contra de mis enemigos, pero me era imposible siquiera
levantar un brazo, ni siquiera un grito. La garganta quemaba, no podía gritar,
ellos iban amarrando a Valeria y la tocaban por todos lados, ella solo gritaba
y luchaba, mis lágrimas brotaban mientras su dulce y aterrada voz se quebraba…
no podía hacer nada mientras mi única amiga era usada como un objeto de
perversión, de libertinaje, mientras aquellos monstruos con ella jugaban.
Habrán sido 2 horas las cuales Valeria fue
objeto de fetiches y deseos carnales, en las cuales poco a poco fue rindiendo
sus ánimos hasta simplemente cerrar los ojos y en silencio aceptar la triste
realidad que estaba viviendo. No eran humanos, eran seres sin alguna moral
definida, o quizás ese lugar los hizo así, pero luego de su retirada Valeria
permanecía aún tirada inerte en el suelo, sin respuesta alguna a ningún
estímulo. Quise ir hacia ella para corroborar heridas físicas, su mente estaba
destrozada.
Desperté en mi cuarto junto a mi novia
durmiendo a mi lado, tenía marcas de haber estado llorando, su largo cabello se
encontraba en desorden, sus labios de fuego habían perdido coloración, su piel
palidecía a cada segundo… entonces lo recordé y lo entendí todo mejor que nunca
antes… era Valeria, mi novia… sus muñecas yacían ensangrentadas haciendo ademán
de darme un abrazo, su corazón ya no latía, su piel permanecía fría, mas aún no
sentí deseos de llorar, simplemente besé sus labios muertos con todo el amor y
fuego que fue acumulándose a través de nuestra relación. Dentro de mi había
fuego de odio, odiaba a aquellos esbirros de lo enfermo. Es verdad, el lugar en
el que me encontraba no era mi casa ni un hospital, era alguna especie de
sanatorio mental, pero aquellos no eran doctores, no eran humanos, eran como
cuerpos sin alma que cumplían órdenes y satisfacían necesidades propias.
Me dispuse a terminar con esto de una vez por
todas, tomé una botella de whiskey rota y me dirigí hasta el salón, mi travesía
iba hacia “EL”, mi peor enemigo, el cual habría de eliminar sin importar mi
vida a cambio.
Llegando al salón no fue grande mi sorpresa al
encontrarlo sentado en un gran sillón esperándome junto a todos sus empleados
rodeándole en media luna hacia mi. Lucía exactamente igual a mí, solo que
dentro de sus ojos se podía ver odio concentrado.
Apreté mi botella hasta trizarla y herir mi
mano, mas aún no la solté. El a su vez se puso de pié y caminó lentamente hacia
mi, mi corazón se aceleraba, su mirada me fulminaba de forma directa, no se
veía intranquilo, tampoco temeroso, era un tigre con su mirada fija en el
blanco. Tomé mi botella rota y rompí sus viseras de una estocada, mas el no
parecía dolido, mas bien se le veía aliviado, su abdominal empapado de sangre
bañaba todo el cuarto, su sangre se mezclaba con la mía, hasta que ambos caímos
a piso con nuestras tripas descuartizadas por los vidrios de la botella. Sentía
paz, había vengado ya la muerte de mi chica, había acabado con mi Némesis, y
por fin iba a salir de aquel horrendo lugar, una sonrisa se dibujó en mi rostro
antes de perder la conciencia.
Desperté en mi cuarto con mi novia durmiendo a
mi lado, no recuerdo como fue, ni que sucedió exactamente, pero mi cabeza daba vueltas luego de aquella
noche, mis pensamientos giraban como buitres en busca de algún animal que
estuviese pronto a la muerte, aquello había sido solo una pesadilla, pero la
fiesta no.