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martes, 14 de agosto de 2012

Remake "La noche anterior" (Cuento)


No recuerdo como fue, ni que sucedió exactamente,  pero mi cabeza daba vueltas luego de aquella noche, mis pensamientos giraban como buitres en busca de algún animal que estuviese pronto a la muerte.

 Me encontraba dentro de mi cuarto, una pieza obscura, repleta de libros tirados, cigarros, botellas vacías de whiskey, vodka y otros licores esparcidos por la zona.

 Junto a mi estaba mi novia durmiendo semidesnuda en mi cama, en ese momento no me detuve a pensar en nada, por lo que solo aceptaba como un inocente crío la realidad que se me estaba mostrando. Acto siguiente, me levanté y me puse unos jeans grises con una polera negra y una camisa roja a cuadros;…tenía que saber que rayos había pasado, mi habitación no acostumbraba a estar en tales condiciones…

 Al llegar al pasillo me encontré con prendas de ropa interior femeninas regadas por el pasillo, habían mas botellas de alcohol y restos de vómito por el suelo, un desastre general. Seguí recorriendo aquel obscuro pasillo y di con la sala de estar, ahí yacían 2 jóvenes de mas o menos 17 años semidesnudas durmiendo en el sillón junto a un chico del mismo rango etáreo. Tras deducir que hubo una fiesta a la noche anterior seguí paseándome por la casa para ver que más descubría,  con que más podría yo encontrarme…

 En el baño había otro joven de tez obscura de aproximadamente unos 21, al igual que el resto estaba tirado y durmiendo. La tina se copaba entera con el cuerpo de aquel hombre. De pronto sentí enormes deseos de vomitar, así que me desahogué en el lavabo y expulsé todo el contenido de mi estómago… eran restos de comida, mezclados con unas viscosidades color verdoso, me pareció extraño, pero no me alarmé porque aún me encontraba aturdido, así que me dirigí a la cocina en busca de algo para comer, la resaca me aumentaba y necesitaba alimentarme de algo.

 Al llegar al lugar habían dos chicas de mi edad durmiendo desnudas por completo, ambas de contextura delgada y tez blanquecina, una tenía el cabello castaño y la otra rubio, ambas con unos 19 años aproximadamente. Aún a pesar de mi sorpresa decidí buscar algo en el refrigerador; así que me quité la camisa para abrigar el cuerpo desnudo de ambas en lo que me fuese posible para luego buscar comida, pero la chica del cabello castaño me tomó de la mano y me quemó con una mirada leona… comencé a caer en cuenta de mi situación y a fijarme mas en su cuerpo suave y blanco como la leche, sus ojos eran verdosos como una selva amazónica, labios con una tonalidad suave, casi rosada que me incitaban a besarlos, sus senos eran ni muy grandes ni muy pequeños… “son hermosos” me dije a mi mismo cuando los vi.

 Luego de nuestro duelo de miradas ella tiró de mí atrayéndome a su élfica figura, me empujó suavemente al suelo con sus delicadas manos y se montó arriba mío, yo no podía reaccionar bien o quizás no quería, pero antes de que pudiese hacer cualquier cosa ella comenzó a besarme salvajemente, me costó seguirle la corriente pero también me costó oponerme, aún no sabía que rayos estaba pasando, pero me dejaba llevar…

 De pronto justo antes de que tomase una resolución errónea llegó el hombre que se encontraba en la tina de baño, el cual sacó una leche del refrigerador y comenzó a beber de la caja, al vernos sonrió y nos saludó para luego irse con la caja a algún lado. La hermosa joven que me besaba continuó en lo suyo, y esta vez quiso quitarme la polera, pero era tarde, había sujetado su mano y la quemé con mi mirada, ella pareció comprender y solo se puso de pie ofreciéndome la camisa a cuadros que le había prestado para tapar su desnudez, pero se la puse nuevamente y esta vez abotoné la camisa para que no se viesen sus senos, de forma que luego recibí un beso en la mejilla de aquel no se si ángel o demonio, la cual se fue dejando a su compañera desnuda aún durmiendo.

 Luego de ver embobado como se iba mi pseudo amante, me senté para reflexionar un rato, y caí en cuenta de que la otra chica ya no estaba, me pareció extraño, no recordaba haberla visto irse, ni siquiera despertar. Mas sorpresa que eso me alarmó darme cuenta que aquel lugar no era mi casa, y esos jóvenes, ninguno era conocido mío… Me incorporé rápidamente y fui a la sala de estar para preguntar que rayos estaba pasando, pero ya no había nadie. Corrí hacia mi habitación a ver que ocurría con mi novia, aún dormía como si no hubiese mañana, intenté despertarla sin obtener respuesta, insistiendo cada vez mas, preocupándome cada vez más, hasta que de pronto se incorporó aún medio dormida y aturdida. Le conté todo lo que acababa de pasarme y le pregunté si sabía algo, pero de pronto también se alarmó, ya que lo último que recordaba era haber ido a la casa de su mejor amiga y pasar la noche ahí.

 Algo difuso estaba ocurriendo en aquel sitio, y lo que parecía lógico ya no lo era ni lo sería nunca mas. Me levanté de la cama y le di ropa para que se vistiese, luego me dispuse a investigar que retorcido plan nos había puesto a todos en aquella situación.

 Legando a la sala de estar me encontré con un pasillo el cual no había visto hasta aquel entonces, por lo cual me dirigí hacia el encontrándome con un escenario impactante, al final del pasillo había un salón lleno de camillas de hospital en el cual estaban sedados todos los jóvenes que había encontrado antes, se veían agonizantes, pálidos y sin color. Más allá había otra gran puerta ensangrentada y máquinas avanzadas alrededor, aquel sitio me puso los pelos de punta, atónito vi como de aquella puerta salían 3 individuos y se llevaban a una de las jóvenes adentro de aquel cuarto… no sabría decir si eran humanos o no, solo aterrado intentaba asimilar aquel escenario.

 Una vez ya adentro de aquel cuarto se oían los gritos de la chica que había despertado aterrorizada por aquellos pútridos pseudo enfermeros, los cuales forcejeaban con ella. Sus gritos eran cada vez mas desgarradores de alma, hasta un punto en que se ahogaba su voz y solo se escuchaban gemidos en intento de grito… olía a sangre…  los gritos cesaron, pero los enfermeros aún no salían de la sala, el ambiente se tornaba tranquilo pero tenso, el silencio reinaba en la sala hasta que de pronto un gutural inundó la sala seguido por los últimos gritos de la joven que había perdido ya todas sus fuerzas.

 Yo permanecía petrificado y en silencio desde la otra puerta hasta que fui alejado del lugar por Valeria, una amiga de confianza, la cual luego de llevarme a un armario en un cuarto obscuro en otra habitación me preguntó que rayos estaba haciendo, solo reaccioné cuando se llevó mi mirada hacia su rostro, una chica de contextura delgada, pelo negro largo, labios color sangre, una tez blanquecina casi como si estuviese hecha de nieve, ojos verdes. Al por fin dar cuenta que no me encontraba en ese horrendo lugar ya mas, le abracé con fuerza buscando algún soporte que me ayudase a asimilar la información con la cual fui bombardeado.

 Al incorporarme nuevamente al mundo real le pregunté que hacía ella en ese lugar, mas solo me dijo que todos estábamos aquí por voluntad de “EL”, un relámpago pareció atravesarme desde el cuello por la columna hasta el coxis. Sus ojos se veían nublados, afligidos, su piel estaba más blanca que de costumbre, llevaba ropa de paciente de hospital y su cuerpo sufría leves laceraciones. No parecía la misma persona de antes, mas simplemente me limité a seguirla y a sujetar férreamente su mano para darle seguridad de que ahí estaría yo para protegerla…

 Al llegar a la sala de estar nos encontramos con 3 de aquellos enfermeros armados con sogas y pistolas paralizadoras, actué de forma rápida y empujé a Valeria al suelo llegándome a mí las descargas eléctricas, me fue imposible detenerlos. Una vez en el suelo ellos corrieron hacia ella atrapándola y atándola, ya casi sin fuerzas me puse de pie y me abalancé sobre uno de los captores, acto siguiente fui vapuleado por 2 de ellos al mismo tiempo y lanzado contra la pared.  Mientras tanto Valeria luchaba y forcejeaba buscando alguna forma de escapar, sus gritos eran más aterrados que los de la joven del cuarto de operaciones, eran los gritos de alguien quien conocía el verdadero horror que escondía este enfermizo lugar. Era yo nada más que un espectador impotente que intentaba arremeter en contra de mis enemigos, pero me era imposible siquiera levantar un brazo, ni siquiera un grito. La garganta quemaba, no podía gritar, ellos iban amarrando a Valeria y la tocaban por todos lados, ella solo gritaba y luchaba, mis lágrimas brotaban mientras su dulce y aterrada voz se quebraba… no podía hacer nada mientras mi única amiga era usada como un objeto de perversión, de libertinaje, mientras aquellos monstruos con ella jugaban.

 Habrán sido 2 horas las cuales Valeria fue objeto de fetiches y deseos carnales, en las cuales poco a poco fue rindiendo sus ánimos hasta simplemente cerrar los ojos y en silencio aceptar la triste realidad que estaba viviendo. No eran humanos, eran seres sin alguna moral definida, o quizás ese lugar los hizo así, pero luego de su retirada Valeria permanecía aún tirada inerte en el suelo, sin respuesta alguna a ningún estímulo. Quise ir hacia ella para corroborar heridas físicas, su mente estaba destrozada.

 Desperté en mi cuarto junto a mi novia durmiendo a mi lado, tenía marcas de haber estado llorando, su largo cabello se encontraba en desorden, sus labios de fuego habían perdido coloración, su piel palidecía a cada segundo… entonces lo recordé y lo entendí todo mejor que nunca antes… era Valeria, mi novia… sus muñecas yacían ensangrentadas haciendo ademán de darme un abrazo, su corazón ya no latía, su piel permanecía fría, mas aún no sentí deseos de llorar, simplemente besé sus labios muertos con todo el amor y fuego que fue acumulándose a través de nuestra relación. Dentro de mi había fuego de odio, odiaba a aquellos esbirros de lo enfermo. Es verdad, el lugar en el que me encontraba no era mi casa ni un hospital, era alguna especie de sanatorio mental, pero aquellos no eran doctores, no eran humanos, eran como cuerpos sin alma que cumplían órdenes y satisfacían necesidades propias.

 Me dispuse a terminar con esto de una vez por todas, tomé una botella de whiskey rota y me dirigí hasta el salón, mi travesía iba hacia “EL”, mi peor enemigo, el cual habría de eliminar sin importar mi vida a cambio.
 Llegando al salón no fue grande mi sorpresa al encontrarlo sentado en un gran sillón esperándome junto a todos sus empleados rodeándole en media luna hacia mi. Lucía exactamente igual a mí, solo que dentro de sus ojos se podía ver odio concentrado.

 Apreté mi botella hasta trizarla y herir mi mano, mas aún no la solté. El a su vez se puso de pié y caminó lentamente hacia mi, mi corazón se aceleraba, su mirada me fulminaba de forma directa, no se veía intranquilo, tampoco temeroso, era un tigre con su mirada fija en el blanco. Tomé mi botella rota y rompí sus viseras de una estocada, mas el no parecía dolido, mas bien se le veía aliviado, su abdominal empapado de sangre bañaba todo el cuarto, su sangre se mezclaba con la mía, hasta que ambos caímos a piso con nuestras tripas descuartizadas por los vidrios de la botella. Sentía paz, había vengado ya la muerte de mi chica, había acabado con mi Némesis, y por fin iba a salir de aquel horrendo lugar, una sonrisa se dibujó en mi rostro antes de perder la conciencia.

 Desperté en mi cuarto con mi novia durmiendo a mi lado, no recuerdo como fue, ni que sucedió exactamente,  pero mi cabeza daba vueltas luego de aquella noche, mis pensamientos giraban como buitres en busca de algún animal que estuviese pronto a la muerte, aquello había sido solo una pesadilla, pero la fiesta no.

lunes, 30 de abril de 2012

El último minuto III

 Eran alrededor de las 9:30 de la tarde y por fin fuimos llamados para ir en las camionetas, Carlos me hizo una seña, me lanzó unas llaves y me mostró una camioneta <Esta es una prueba, no falles>. Tomé a la chica del brazo y la llevé al asiento de copiloto de la camioneta, se resistía, pero aun así no me hizo problema el instalarla en donde debía, le abroché el cinturón de seguridad y luego con trabajo logré acomodarme en mi asiento de chofer (mis heridas aun dolían bastante).

 Nos fuimos todos por un sendero bajo dos columnas gigantes rocosas, eran alrededor de unas 20 camionetas cargadas a tope de oro. Obviamente el oro estaba cubierto y camuflado, la idea era no llamar la atención, el camino era cada vez mas peligroso, hubo una parte en la que las camionetas apenas tenían espacio para conducir, el mas mínimo error nos haría caer a todos cuesta abajo, mas aun así todos seguíamos conduciendo rápido y sin detención.  Por otro lado la joven a mi lado parecía ir muy disgustada, su boca no tenía ninguna especie de venda ni nada, así que tenía libertad de hablar lo que quisiese, de quejarse, pero no habló nada durante todo el camino. De vez en cuando parábamos a descansar los motores a la sombra, ahí aprovechaba de brindarle agua y comida a aquella élfica joven, pero no quiso aceptar nada... al paso de un rato me hizo seña de querer ir a orinar, la dejé detrás de una gran roca para que tuviese privacidad, pero al instante quiso escapar. Corría casi tan rápido como un atleta, me costó bastante alcanzarla, me abalancé sobre ella, pero procuré de ser yo quien tocara tierra primero, mi herida se abrió de nuevo, y ella estaba ahí sobre mi con los ojos cerrados por la impresión de caer a piso. Abrió lentamente sus ojos esmeralda y me miró al hombro sorprendida, pero inmediatamente quiso escapar de nuevo, pero ahí estaba Carlos, y ella quedó helada... <Si yo fuese tu tendría mas precauciones con esta chica, puede que no lo parezca, pero es muy peligrosa...> su mirada era vacía, parecía tenerle lástima a la pobre joven, me miró la herida, me levantó, me sacudió el polvo y me dijo que curaríamos eso al llegar a nuestro destino, mientras tanto el se llevaría a la problemática joven.

 El resto del camino fue en general tranquilo,  me iba admirando el paisaje desértico, las formaciones rocosas, animales furtivos que aparecían de vez en cuando, y también iba pensando en mi esposa, la extrañaba, me puse a pensar en esa época de nuestro matrimonio, tenía 13 años y ella 12, éramos tan jóvenes y aún así estábamos descubriendo el mundo y el amor. Solíamos vernos en secreto en el bosque atrás del arrollo en el que pescaba con mi padre antes de que muriese, nos besábamos día a día, aveces nos escapábamos de nuestras casas y le llevaba frazadas y dormíamos bajo el cielo estrellado, con la luz de las luciérnagas de agua estancada de por ahí cerca. ''Te amo'' me repetía ella al oído, ''Voy a cuidar de ti para siempre'' le contestaba yo con un nudo en el pecho, quería abrazarla para siempre, que jamas se me fuese de al lado, quería recitarle la poesía que escribía para ella día a día, pero los nervios eran mas grandes, aquella juventud pura y sin malicia. Después de todo solíamos besarnos apasionadamente, buscando el calor del otro...

 Un día llegó ella con un cachorro de tigre, estaba feliz, era su regalo de cumpleaños, su familia era adinerada, y ella amaba los felinos. Al ver en sus brazos a la pequeña criatura no pude evitar llenarme de un sentimiento de ternura, la miré a los ojos y ella a mi... <¿lo cuidaremos juntos?>, no pude evitar sonreírle y acariciar su suave rostro <será como un hijo>, ella se sonrojó... <¿como se llamará?>... me puse a pensar... <¿se te ocurre algún nombre?>... ella se acercó a mi y se cobijó en mis brazos, <Quiero que se llame Azazel, como el poderoso y noble guerrero de la leyenda que me contaste cuando aún no nos casábamos, quiero que sea un chico fuerte y proteja a sus seres queridos, que sea como su padre>... me respiró al cuello... un escalofrío me recorrió de pies a cabeza... <Te amo... vamos a dar lo mejor por Azazel>...


 Al paso del tiempo el pequeño tigre fue creciendo, jugábamos junto a el todos los días, hasta que sus padres decidieron encerrarlo dentro de sus dominios por el peligro que implicaba tener un tigre suelto. Ese día fue triste, hacía frío, estaba nublado, ella llegó tarde al punto de encuentro... estaba cabizbaja <nuestro hijo está encerrado y no lo dejaran libre nunca mas...>, la abracé y no pude evitar soltar una pequeña lágrima que camufle con una sonrisa, le dije que estaría bien, llevaba el nombre del gran guerrero, de ahora en adelante se iba de casa y nos tocaba ser fuertes como padres.

 En medio de mis recuerdos me largué a reír, me causaba ternura lo inocentes que solíamos ser, lo hermoso y simbólico de tener un hijo, aunque no fuese humano, el sufrir y maximizar un problema así, pero de inmediato un nudo en el pecho me atacó... lo que había pasado después de eso era aún peor.

 Pasaron un par de meses mas, ya nos estábamos acostumbrando a la idea de que nuestro hijo estuviese en cautiverio del padre de Alice, pero algo aún peor nos esperaba... Un día llegó ella corriendo y llorando a mis brazos... <¡Es Azazel!... ¡Se lo llevan mañana por la mañana!> por un segundo quedé sin reacción, iban a vender a aquel tigre regalo de su hija, en ese momento sus padres sufrían una pequeña crisis económica y debían pagar gastos con algo, luego de un tiempo recuperarían su capital debido a una inversión.

 En ese momento casi pierdo el control de la camioneta por pensar en el pasado mientras conducía, me concentré en mi rumbo hasta llegar al destino marcado por Carlos.

miércoles, 4 de abril de 2012

El último minuto II

 Al recobrar conciencia me di cuenta que estaba en el vagón de primera clase, me encontraba recostado sobre un sillón... había un hombre sentado leyendo un libro de filosofía... no podría decir exactamente de quien, porque al verme despierto cerró su libro y lo dejó a un lado, de modo que yo no podía ver la tapa. Me miró fijamente, tenía un terno color pastel, cabello corto negro crespo, una tez blanquecina, parecía tener alrededor de mi edad, 18 años, y usaba gafas obscuras que le daban una luz misteriosa a su aura... me preguntó si estaba mejor, eso me recordó que tenía un disparo de bala en mi hombro izquierdo, me ardió, mas me encontraba fuera de peligro, me habían vendado para evitar hemorragia. Su aura era sospechosa, no le contesté, mas a el no pareció importarle, comenzó a hablarme sobre el tiroteo, me explicó que aquellos hombres eran parte de una famosa mafia de la zona, y aquel tren se encontraba cargado de oro, el cual procedía del mensajero del rey de la colonia Húngara ''Sigmund'', un emisario hábil en pasar desapercibido y evitar situaciones como esta... por lo cual yo no era mas que un rehén innecesario, aunque por el hecho de involucrarme por donde no me llamaban ya me encontraba liado en el asunto y no iba a salir así de fácil... < así que toma asiento, y relájate o sino el viaje dejará de ser tan cómodo como hasta ahora> no me fue difícil mantener la calma, aún pensaba en mi esposa...

 Si, era mi esposa por derecho divino... no fue un matrimonio ni ante iglesias ni civiles, ni ninguna formalidad... era un matrimonio, un pacto, una complicidad eterna entre ella, yo y dios... era algo espiritual. La extrañaba, la necesitaba, pero no era tiempo para eso, debía alejarme de ella, y si podía usar este rapto en ventaja de eso, lo haría sin pensarlo mucho... <y ¿que será de mi cuando todo esto termine?> el me miró por arriba de sus lentes, parecía ver en mi algo mas de lo que la gente común podía ver... <quiero que seas mi subordinado, a cambio te perdono la vida, y te proporcionaré todo lo que quieras> lo miré directo a los ojos de forma incrédula... < quiero irme lejos de qui... muy lejos y no volver> el pareció comprenderme < pues que así sea... solo debes jurarme lealtad en cualquier orden... mi nombre es Carlos Vistabrava, el dueño de esta puta mafia> se rió con fuerza, lo miré con algo de duda, pero era todo lo que tenía, nada mas que eso, mi nueva y sucia vida, pero sería lejos de aquel pueblo en donde estaba ella, esperándome probablemente, sin encontrar aún la carta que le dejé escrita en su cama.

 Pasaron alrededor de unos 30 minutos, entraron 4 hombres de terno negro al vagón, hablaron un par de cosas al oído de Carlos, este les dio instrucciones y luego se marcharon, al cabo de 10 minutos el tren retomó marcha... íbamos rumbo al paso del desierto, ahí el tren se detuvo y todos los subordinados cargaban con el oro hacia unas camionetas ya preparadas de antemano, me precipité a ayudar, pero Carlos me detuvo, tenía otros planes para mi, me llevó a un segundo vagón de primera clase en donde había una chica amarrada, sus cabellos eran de oro, eran como ondas solares, su piel era blanca como la de mi chica, ojos verde claro, pero intensos, atrapantes, un color casi esmeralda, labios rojos como la sangre misma, con aquel tono obscuro característico de la sangre, Carlos la lebantó y me la mostró, sus senos estaban bien formados, estaban llenos de vida, una figura casi perfecta, llevaba un vestido color amarillo, con adornos coloniales, me miró con sus ojos llenos de odio, mas aun no dijo nada... <tu serás el encargado de cuidar de ella, si intenta escapar o algo no dudes en usar esto...> me hizo entrega de una macana eléctrica, no pensé en usarla, mas la guardé por si la necesitaba en alguna instancia, Carlos me hizo seña de partir cuando terminasen de cargar el oro, nos quedamos solos en el vagón... la miré un rato y ella a mi, compartimos miradas, pero por motivos distintos, ella me odiaba y repudiaba, a mi ella me daba lástima, quería liberarla, pero mi deber era mantenerla cautiva... < ¿por que te tienen amarrada así?> pregunté solo por terminar con aquella aura pesada que invadía el vagon... ella guardó silencio, pero sus ojos seguían quemándome con esa intensidad de su mirada... abrí un libro y me puse a leer, esperaba a que pasara el rato y ella hablase, o que me dieran la orden de partir.

martes, 31 de enero de 2012

Una historia alternativa

cada día un nuevo anhelo, esperar ver tal sonrisa cegadora,
algún destello proveniente de la obscuridad eterna que atormenta,
algún deseo obscuro que pueda sacar de tal estado mi desdicha,
alguna imagen que sacie mi deseo de compañía.

 Sería perfecto poder encontrar alguna frase inspiradora,
la cual estuviese diseñada para acoger mi deseo interno,
que no toda historia estuviese marcada por una tragedia final,
ese sería mi legado, una historia memorable de contarse y quedarse en el yo interno.

 Podría volar por los cielos o nadar en el fondo marino,
pero sin salir de mi escondite mortuorio y funesto,
podría conocer reyes y diosas sin escapar de mi realidad fúnebre,
en algún rincón del espacio vagar sin rumbo fijo ni conciso.

 Volver al pasado sin arreglar los errores,
vivir nuevamente alguna aventura ya pasada y recordar sin sentir,
analizar mi comportamiento infantil e inmaduro,
poder corromper mi pensar sin siquiera dar indicios.

 Sería interesante poder expresar en hoja y papel mis inquietudes,
algún mensaje póstumo falso que confunda a aquellos que buscan la causa de mi muerte,
en autopsia un corazón reventado por algún ataque cardíaco,
y a fin de cuentas sería no mas que muerte natural.

 Pues puede ser, una muerte natural, es natural y completamente normal,
algún poder divino pudo ser piadoso y llevarse el alma de aquel joven con máscara,
algún poder divino intervino en el proceso de descomposición en vida,
y dar así el poder de recuperar mis alegrías perdidas.