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domingo, 30 de octubre de 2011

la noche anterior XIV

 Una vez ya adentro del pantano la luz ya no entraba hacia donde estábamos, todo era tan denso que el aire podía cortarse con un cuchillo, los perros ya no se escuchaban, lo único que podía escuchar era la respiración mía, la de ella y el sonido de algunos insectos moverse por ahí... era todo obscuro y peligroso, no sabía si sobreviviríamos en un lugar así, donde pasaríamos la noche, que comeríamos... todo era un misterio... << no me sueltes la mano, en este lugar es fácil perderse>> le dije con firmeza para que no tuviese miedo y confiara en mi, pero ella estaba asustada... la abracé en lo obscuro y le di mi calor para que supiese que estaba yo ahí, para protegerla y cuidarla... seguimos avanzando, cada vez era todo mas denso y salvaje, no se si realmente estábamos escapando o yendo por un camino a la perdición... de pronto escuché el sonido de los perros nuevamente, la tomé de mi mano y corrimos hasta donde pudimos, la idea era alejarnos de los que nos cazaban... cada vez se escuchaban mas cerca,  y cada vez era todo mas obscuro y confuso, de pronto comencé a llorar, no sabía por que, sentía un vacío en mi, necesitaba algo, pero no sabía que cosa, tenía miedo... cada vez se acercaban mas, y cada vez mas nosotros disminuíamos la velocidad, a pesar de que corría a todo lo que podía, sentía las piernas pesadas, el cuerpo pesado, la angustia se apoderaba de mi, los arboles parecían atacarnos con sus ramas... seguimos corriendo, cada vez mas cerca estaban ellos de nosotros, cada vez mas cerca de alcanzarnos y hacernos presa nuevamente de ellos, o quizás de matarnos.

 Llegamos a un lugar en el cual todo el piso humedecía, y era difícil correr, el piso era resbaladizo, y los ladridos ya estaban donde estábamos, la muerte nos abrazaba, la obscuridad era inmensa, pero al mirar para atrás logré ver a lo lejos luces de antorchas, y junto a ellas venían los perros... me detuve y la abracé, la besé como nunca, y le ordené que escapase... ella no hizo caso, quiso permanecer conmigo, por lo que saqué mi pistola, a la que le quedaban solo 2 balas... lentamente la abracé nuevamente... podía escuchar a los perros que se acercaban mas y mas, pero nos sentamos, ya nada podría atraparnos... puse la pistola sobre sus sienes... ella tragó saliva, pero me apretó fuertemente con sus brazos, ambos llorábamos ¿realmente sería así como acabaríamos ambos?... en un suicidio para evitar ser capturados... para evitar caer en la decadencia de aquellos enemigos de lo bueno y lo puro... si, lo único puro que nos quedaba era nuestro amor, pero debíamos conservarlo, porque era algo sagrado... era algo mágico que nos unía... mi dedo tiritaba, mi mano titubeaba en disparar, pero ella tomo mi mano... ahora eramos ambos los que apretaríamos del gatillo...

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